martes, 10 de julio de 2012

Mirando astros.

En el autobús iba yo, escuchando un poco de música clásica mientras saboreaba una manzana, todo eso en un colorido atardecer, gente aquí y allá en las calles, con sus pesares y actividades, cada quien con un destino, cada cual con una razón. Todo corría según lo habitual hasta que pude caer en razón de lo torpes que somos los humanos, creemos estar conscientes de nosotros y del mundo cuando en realidad jugamos en un vaso de agua, en un mundo plástico y artificial ... pero aún así todo lo demás sigue pasando con normalidad.

El sol sobre mi rostro, me hizo sentir su poder, a cientos de miles de kilómetros de aquí, sigue radiando su calor hacia cada una de las células de mi dermis, dándoles vitalidad y fortaleza para que finalicen sus ciclos biológicos, después replican la sensación a mi cerebro por medio de una de las millones de líneas neurotransmisoras que hay en mi cuerpo, mi cerebro procesa esos datos y los conjuga con otras sensaciones y pensamientos, tales como las armoniosas señales recibidas de mis oídos, cuales a su vez perciben las ondas de choque de millones de átomos de aire en las paredes sensibles del mismo aparato; imagina lo que las dulces notas de Chopin causan en el aire, haciendo que se comprima y expanda a la son de la dulce melodía del nocturno opus nueve.

En mi boca, sentí cómo los dientes arrancaban un pedazo de fruta, cómo la fuerza de mi mandíbula arrastra el filo de mis dientes por la superficie un poco oxidada de la manzana y la perforaba en el ángulo correcto para obtener un bocado del tamaño perfecto, luego viene el jugo, ese delicioso líquido que corre a lo largo de tus labios y desemboca en tu lengua para depositar los azúcares llenos de energía mientras desprendía su aroma directamente a mis fosas nasales que apenas acababan de percibir el olor a tierra mojada de afuera del autobús.

Mi vista, cambiaba de mirar a las personas a mirar al cielo, los colores azules se fundían con el rojo del horizonte mientras las nubes viajaban lentamente, esas nubes creadas por el agua en suspensión, ¿qué determina su belleza? altura, presión, humedad, temperatura, tiempo de exposición a la luz, velocidad del viento, empuje del mismo; inclusive el humor o la imaginación de uno le darán ese toque final que determinará si la nube es o no linda.

Qué cantidad de cosas en ese instante pasaban al mismo tiempo, cosas que no dependen del observador para seguir funcionando, desapercibidas y en secreto a voces, para que sólo los que miren con atención puedan visualizar el modo tan sutil y sublime de la naturaleza para demostrar su conocimiento y poderío, cada milímetro, cada fracción de segundo, suceden cosas a tu alrededor: estrellas mueren, exo-planetas impactan, cae un trueno, nacen bebés, cae una hoja de un árbol ... ¿De qué te estás perdiendo hoy?.
Si señalas la luna, el sabio mirará al astro, el necio se quedará viendo al dedo.

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