sábado, 14 de julio de 2012

Si fuera algo más.

Es muy frecuente que me cuestionen acerca de qué persona o animal me gustaría ser si no hubiese nacido como yo mismo. Generalmente miento en la respuesta, ya que no es fácil de explicarla en un lapso corto de entre dos y cinco minutos, se requiere una gran conversación para describir quién o que realmente me gustaría ser, aparte de que no todos admiten la misma respuesta.
Si pudiera nacer de nuevo, definitivamente desearía estar con el entorno: me gustaría que mi físico se fundiera con el físico de la misma tierra. Si pudiera seleccionar, haría que los complejos sistemas montañosos fueran mi columna vertebral, suficientemente resistentes para soportar toneladas de hielo viviente, lleno de organismos extremófilos que cohabitan estos paisajes.

Pondría mis pies en el caliente núcleo, caminando alrededor de él para fundir el hierro y con la fricción generar el campo magnético que nos protege a todos y cada uno de los habitantes de este mundo, así también mis dedos de los pies podrían ser grandes trozos de diamante fosilizado a lo largo de los siglos, suspendidos en  el magma supercalentado en calma, serenos, llevados por mis piernas que soportarían el peso de las placas tectónicas, las cuales seleccionaría como mis espaldas y hombros, en perpetuo movimiento, recias para liberar los minerales necesarios para iniciar la vida, suaves para no terminarla.

¡Que mis brazos sean los vientos! aquellos que rolan desde los cielos hasta la tierra firme, arrojando mis manos hechas de arena y tierra hacia todas direcciones, cubriendo la mayor cantidad de territorio posible, para tocar y sentir todo al alcance, cual ciego al entrar a un nuevo lugar. Arrasaría en los desiertos, descansaría en las playas.


Mi torso, terrenos altos y bajos, también las planicies perfectas, tanto marinas como superficiales, justo como en África. Así vería a los animales caminar por mi vientre y a los elefantes bañándose en mi ombligo, todos habitando bajo mi mirada.
 

¿Y mi cabeza? - pues pondría mi boca en los volcanes, de esta manera gritaría con cada erupción. Mis oídos los pondría justo en el corazón de la selva, escuchando toda la variedad de especies hablándome y diciéndome lo que sucede, mi nariz la pondría en los campos de flores a las faldas de las montañas y cerros, para que sus enervantes aromas me revivan cada primavera; ¿mis ojos? Los pondría en los huracanes, profundos y llenos de poder, pero en el centro claros y pacíficos, aunque es obvio que sería malinterpretado, ya que pensarían que castigo a las tierras que osaron estar bajo mi mirada, sin embargo no sería así, yo realmente estaría mirando a las estrellas y sin querer, destruyendo el entorno a mi paso.


¿Ahí me detendría? - No, puesto que me gustaría pintar todos los días el cielo, colorear el fondo y detallar las nubes, me movería con las mareas del océano para divertirme, resonaría mis brazos contra mis espaldas para producir susurros de viento, si pudiera elegir, me encantaría que mi moral fuera un fuerte roble y mi ética, la misma que usa la naturaleza.



Mi mente, la sumaría a la mente colectiva de los humanos, razonando y comparando con el conocimiento natural, haría buenas bromas de ello.

Finalmente, mi corazón y sangre lo pondría en cada habitante de este planeta, Viviría de, con y para ellos.

... Es así como ahora saben la respuesta larga a la pregunta: «¿qué animal o persona te gustaría ser?», puesto que:
Quien respeta al entorno, se respeta a sí mismo.

martes, 10 de julio de 2012

Mirando astros.

En el autobús iba yo, escuchando un poco de música clásica mientras saboreaba una manzana, todo eso en un colorido atardecer, gente aquí y allá en las calles, con sus pesares y actividades, cada quien con un destino, cada cual con una razón. Todo corría según lo habitual hasta que pude caer en razón de lo torpes que somos los humanos, creemos estar conscientes de nosotros y del mundo cuando en realidad jugamos en un vaso de agua, en un mundo plástico y artificial ... pero aún así todo lo demás sigue pasando con normalidad.

El sol sobre mi rostro, me hizo sentir su poder, a cientos de miles de kilómetros de aquí, sigue radiando su calor hacia cada una de las células de mi dermis, dándoles vitalidad y fortaleza para que finalicen sus ciclos biológicos, después replican la sensación a mi cerebro por medio de una de las millones de líneas neurotransmisoras que hay en mi cuerpo, mi cerebro procesa esos datos y los conjuga con otras sensaciones y pensamientos, tales como las armoniosas señales recibidas de mis oídos, cuales a su vez perciben las ondas de choque de millones de átomos de aire en las paredes sensibles del mismo aparato; imagina lo que las dulces notas de Chopin causan en el aire, haciendo que se comprima y expanda a la son de la dulce melodía del nocturno opus nueve.

En mi boca, sentí cómo los dientes arrancaban un pedazo de fruta, cómo la fuerza de mi mandíbula arrastra el filo de mis dientes por la superficie un poco oxidada de la manzana y la perforaba en el ángulo correcto para obtener un bocado del tamaño perfecto, luego viene el jugo, ese delicioso líquido que corre a lo largo de tus labios y desemboca en tu lengua para depositar los azúcares llenos de energía mientras desprendía su aroma directamente a mis fosas nasales que apenas acababan de percibir el olor a tierra mojada de afuera del autobús.

Mi vista, cambiaba de mirar a las personas a mirar al cielo, los colores azules se fundían con el rojo del horizonte mientras las nubes viajaban lentamente, esas nubes creadas por el agua en suspensión, ¿qué determina su belleza? altura, presión, humedad, temperatura, tiempo de exposición a la luz, velocidad del viento, empuje del mismo; inclusive el humor o la imaginación de uno le darán ese toque final que determinará si la nube es o no linda.

Qué cantidad de cosas en ese instante pasaban al mismo tiempo, cosas que no dependen del observador para seguir funcionando, desapercibidas y en secreto a voces, para que sólo los que miren con atención puedan visualizar el modo tan sutil y sublime de la naturaleza para demostrar su conocimiento y poderío, cada milímetro, cada fracción de segundo, suceden cosas a tu alrededor: estrellas mueren, exo-planetas impactan, cae un trueno, nacen bebés, cae una hoja de un árbol ... ¿De qué te estás perdiendo hoy?.
Si señalas la luna, el sabio mirará al astro, el necio se quedará viendo al dedo.