jueves, 19 de septiembre de 2013

Borrones


Durante tanto tiempo he considerado el silencio como un objetivo de desarrollo puro y completo; sin embargo, no he sido más que un necio, todo éste tiempo me he dirigido a lo contrario: al disturbio, al ruido. No hay algo peor que darse cuenta de la soberbia que sufre uno, de la incongruencia de las palabras contra el comportamiento, hoy no soy más que un charlatán escribiendo ... un charlatán que podría resistir callarse estas palabras solamente para salvar un poco de orgullo.

Pero, ¿por qué? ¿por qué estoy aquí, escribiendo? muy sencillo: vengo rendido, mis pensamientos me han sobrepasado y ya no diferencio la verdad de la mentira; después de todo, soy más como un junco queriendo ser un roble, diciendo ser un río. Sin embargo, esa no es la razón de mi rendición, ni de que mis pensamientos me sobrepasen, mi razón eres tú, a quien digo amar.

Sucede pues, que mis problemas son muy simples, sencillos, tanto que puedo esperar mucho tiempo para solucionarlos y al final, resolverlos con el mínimo de energía y tiempo, ¡ja! qué mentira tan mayúscula, puesto que si mis problemas son sencillos, siempre y cuando se les ve desde afuera, dentro de mi mente son gigantescos, me abruman, me atemorizan. No los resuelvo por miedo, no por facilidad, haciéndolos acumulables a tal grado que, llegado el día, se abalanzan contra mí y entonces caigo en depresión. Caso es el de mis sentimientos hacia ti, los que he construido a base de nada, y los he fortalecido a gracias a distorsiones. Siempre he sabido que no me correspondas, y dudo importarte algo, sin embargo no lo tomo en cuenta, o tomaba, ya que es más sencillo vivir en una realidad que tú mismo construyes antes de enfrentarte a la que la vida te ofrece.

Mi amada, yo no te amo, pero tampoco estoy seguro de no hacerlo. Qué contradicción, qué confusión; cualquiera pensaría que realmente estoy enamorado, que así estoy y ya, pero larga es mi experiencia con exactamente la misma problemática. No puede ser así, me rehúso a que sea así, por eso rompo el círculo, conservando la mayor cantidad de dignidad posible.

No te amo, y no es por convencerme a mí mismo de no hacerlo, es porque anteriormente me convencí de lo contrario.

No te amo, y ya. No tengo nada más que decir.

El contenido de ésta carta, son las últimas palabras que escribiré o diré durante un largo periodo, querido lector, después de ésto me sentaré, cerraré mi boca y de nuevo escucharé, intentando regresar a la nobleza que tiene un niño, a la simpleza y humildad, y entonces, poder recopilar ese conocimiento que busco con tanta ansia. No quiero ser más un necio, no tengo deseos de convertirme en eso que tanto critico: pues el silencio es el lenguaje de la verdad.

Epílogo.

Ella preguntó: - ¿cómo la describirías?
Yo dije:
- Es como la brisa que moja tu rostro iluminado por el tenue sol al atardecer, enfriado por el delicioso viento cargado del aroma de una tormenta próxima, mientras miras las hojas de los árboles caer sincronizadas con los acordes de una dulce y melancólica melodía de Chopin. Ella es así.
Pero yo pensé:
- Si suena hermoso, suena convincente.

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